La historia detrás de la Citromatic MPZ-2: 50 años de innovación que perdura hasta nuestros días.
Mi historia personal con el exprimidor Braun Citromatic MPZ-2 es similar a la que experimentaron muchos niños españoles durante las décadas de los 70, 80 y 90. Un electrodoméstico que siempre estaba a la vista en la cocina, de uso habitual, que acabó formando parte de la iconografía que configuró la infancia de toda una generación.
¿Por qué me impactó tanto?
- Soportó miles de exprimidos, una separación traumática, cinco mudanzas y a un niño un poco desastre que apretaba salvajemente las naranjas contra el mecanismo de exprimido.
- Tan baja era su obsolescencia que se fue a la basura dando aún servicio porque nos regalaron un modelo de jarra bastante más convencional (pero menos amarilleado).
- Hacer un zumo era extraordinariamente fácil: poner un vaso, cortar las naranjas y apretar. Por su parte, el proceso de limpieza era igualmente sencillo: desacoplar las dos piezas de plástico y aclarar.
¿Y qué es lo que me fascina de este chisme?
Todo. Absolutamente todo. Desde su diseño que aún visto hoy en día parece sacado de un episodio de La Serie Original de Star Trek, hasta su característico sonido, diferente al de otros exprimidores. Auténtica música celestial para acompañar ese baile de azúcares libres deslizándose hacia el vaso.
¿Estoy hablando con nostalgia de un simple electrodoméstico?
Veamos.
La nostalgia es esa sensación de añoranza que nos inunda cuando recordamos un pasado que ya no volverá. Es una sensación tramposa porque surge de un sesgo de retrospección idílica, es decir, una trampa de nuestra memoria que nos lleva a idealizar el pasado.
Si la celebración de uno de los electrodomésticos más famosos de la historia sólo fuera un producto de nuestra nostalgia… ¿Por qué el exprimidor Braun Citromatic continúa comercializándose?
No, no es nostalgia. Es una celebración de algo que considero un ejercicio memorable de diseño y product market fit.
La evolución de Braun y Dieter Rams.
El exprimidor Braun Citromatic fue diseñado y comercializado por Braun, legendaria empresa alemana de productos de consumo doméstico que se caracterizó por sus diseños minimalistas, prácticos y honestos.
El diseñador de cabecera responsable de esta filosofía fue Dieter Rams, probablemente el más reconocido representante de la segunda etapa del diseño funcionalista alemán («la forma sigue a la función») y uno de los diseñadores de producto más influyentes del siglo XX.
No quiero entrar muy en detalle sobre su trayectoria. Tenéis toneladas de información sobre Braun y Rams en Braundesign.es.
Dieter Rams, cuya máxima era «Menos, pero mejor ejecutado», ha sido estudiado y venerado durante décadas, y a menudo se le recuerda por su decálogo sobre el buen diseño.
Los diez principios del buen diseño según Dieter Rams.
- El buen diseño es estético.
- El buen diseño es tan poco diseño como sea posible.
- El buen diseño es innovador.
- El buen diseño es longevo
- El buen diseño es discreto
- El bien diseño respeta el medio ambiente.
- El buen diseño es consecuente en todos sus detalles
- El buen diseño hace un producto comprensible.
- El buen diseño es honesto.
- El buen diseño provee de utilidad a cada producto.
Estos dios diez puntos podrían aplicarse sin problemas al exprimidor Braun Citromatic MPZ-2. Sin embargo…
…Dieter Rams NO fue el (principal) diseñador la Citromatic.
Citromatic MPZ-2: un diseño made in Cataluña.
Aunque el diseño de la citromatic es fruto de una colaboración entre varios diseñadores, su creación se atribuye fundamentalmente a Gabriel Lluelles.
¿Y quién fue Gabriel Lluelles?
Bien, volvamos un poco más atrás. En los años 50 Dieter Rams se había consolidado como una de las figuras más importantes en la estructura de Braun. Esto propició un crecimiento exponencial de la empresa al tiempo que comenzaba a aterrizar en otros mercados.
Mientras tanto, en España, un joven diseñador llamado Gabriel Lluelles Rabadà destacaba en Pimer S.A (Pequeñas Industrias Mecánico Eléctricas Reunidas) por sus extraordinarios diseños. Su ascenso fue meteórico: empezando como delineante, después responsable de servicio técnico y finalmente como director técnico. En 1959 diseñó la mítica Minipimer MR1, primera batidora de mano de la historia.
En 1962 Braun aterriza en España vía fusión corporativa con Pimer S.A, (aunque en la práctica fue más bien una adquisición), abre una fábrica en Barcelona bajo la nomenclatura de Braun Española S.A. y ficha a Lluelles como director el departamento de desarrollo y construcción.
Bajo el sello Braun, Lluelles trabaja junto a Dieter Rams y Jürgen Greubel en el diseño de los primeros exprimidores de la marca. El primer modelo fue el MPZ-1, casi un boceto de lo que vendría después. Poco tiempo después, en 1970, se lanzó el exprimidor Braun Citromatic MPZ-2, que todos conocemos. A este le siguieron una larga cantidad de revisiones menores que apenas alteraron el diseño original.
Un electrodoméstico noble para tiempos más civilizados…
El enfoque de Lluelles seguía la estela de Rams, apostando por una simplicidad en las formas totalmente supeditada a la funcionalidad.
Sus líneas limpias y su forma ergonómica perseguían una total facilidad de uso. Constaba de únicamente tres únicas piezas: motor, filtro y disco extractor. Estos dos últimos fabricados en plástico y sencillos de retirar después del uso para facilitar la limpieza y el mantenimiento.
El motor era potente y permitía extraer todo el jugo de la pieza de fruta en apenas cuatro segundos. Un ejemplo de eficiencia y sencillez que cualquier miembro de la familia podía utilizar sin riesgo alguno.
Sin embargo, su simplicidad también conlleva ciertas limitaciones.
La mayor queja venía de esos insensatos sibaritas a los que no les gusta el zumo con grumos: la Citromatic no permitía graduar la más que generosa cantidad de pulpa que se filtraba al vaso. De hecho por cada tres o cuatro piezas exprimidas era necesario quitar el disco y limpiar el filtro para evitar que la acumulación de pulpa obstruyera el paso del jugo.
«Exprimidor Braun Citromatic: Un Auténtico Manantial de Salud»
El exprimidor Braun Citromatic MPZ-2 fue un auténtico bombazo.
Desde su debut hace 55 años, ha mantenido su posición como uno de los exprimidores más icónicos y eficientes del mercado. Prueba de ello es que a pesar de diseñarse para facilitar las tareas del hogar a las «amas de casa», rápidamente se propagó a otros sectores, como el de la cocina y la restauración. ¡Incluso algunas oficinas le hicieron hueco junto a la cafetera!
¿El resultado? Un producto de consumo que ya forma parte de nuestra memoria colectiva, no solo gracias a su incontestable funcionalidad, sino a su extraordinaria durabilidad, en las antípodas de la obsolescencia programada habitual hoy en día.
Tanto es así, que después de medio siglo sigue siendo comercializado… aunque, eso sí, con un pequeño matiz.
Braun fue adquirida por la multinacional Procter & Gamble en 2007 y abandonó la producción de esta línea de negocio, cediendo la licencia de fabricación de pequeños electrodomésticos a Delonghi. Afortunadamente el modelo actual que se puede comprar en multitud de comercios sigue siendo un producto de precio popular (unos 30 euros) y aunque cuenta con materiales de fabricación algo más endebles, mantiene el 100% de la funcionalidad del modelo original (incluso se han atrevido a lanzarlo en otros colores).
Parece que la Citromatic no solo es resistente al uso diario a lo largo de los años… También parece invulnerable frente a las fusiones, absorciones y otras transformaciones corporativas típicas del capitalismo.
Museos y dudas sobre la autoría
Podemos encontrar el mítico exprimidor de Braun en la exposición fija del Victoria and Albert Museum, en Londres, donde la Citromatic ocupa un lugar destacado como ejemplo de diseño industrial impecable. Lo curioso es que en este museo no se hace referencia alguna a Lluelles, de hecho únicamente menciona que fue diseñado en Barcelona con el mercado español en mente por Rams y J. Greubel.
Esto puede generar ciertas dudas acerca de la autoría de la Citromatic, pero lo cierto es que no es raro que las perspectivas «Norcisistas» traten de minimizar logros desarrollados en el sur de Europa, invisibilizando a sus creadores o restándoles importancia.
Además de esto, existe otra explicación siempre presente cuando entra en juego una gran figura que acapara todo el protagonismo. La enorme influencia y capacidad de liderazgo de Dieter Rams, generó que muchos de los grandes diseñadores que trabajaron con el, viviesen a su sombra. De esta forma de sus creaciones eran atribuidas al propio Rams, quien en honor a la verdad, tampoco hizo mucho para evitarlo. Esto es lo que le sucedió a Gerd A. Müller, un auténtico genio cuyo perfil bajo le mantuvo alejado de la popularidad y no empezó a ser reconocido hasta después de su fallecimiento.
En cuanto a Gabriel Lluelles, no existen dudas respecto a su rol principal en el desarrollo de la Citromatic. Y algún que otro medio británico lo reconoce abiertamente. Muy atentos a este párrafo:
«Está claro que Gabriel Lluelles Rabadá ha dejado una huella en el diseño y en la vida de la gente. Entonces, ¿por qué es casi un total desconocido fuera de España? Bueno, tal vez esto esté más relacionado con Dieter que con Gabriel. Desde temprano en su carrera en Braun, Dieter Rams fue una estrella. Hasta el día de hoy, nadie es más conocido por su asociación con Braun que él. Pocos conocen a Max Braun, su fundador, o a sus hijos Artur y Erwin, quienes crearon el entorno que permitió a diseñadores como Dieter prosperar. De hecho, existe un libro entero sobre Gern A. Müller, una de las muchas personas opacadas por la fama de Dieter».
Otras grandes figuras, sobre la Citromatic.
«Cuando era un niño que crecía en Londres, mis padres compraron un exprimidor maravilloso. Era una Braun MPZ 2 Citromatic. No sabía nada sobre Dieter Rams o sus diez principios del buen diseño. Pero para un niño pequeño que no está interesado en los zumos, recuerdo el Citromatic con una claridad impactante. Era blanco. Se sentía frío y pesado. Las superficies no tenían aristas, eran audaces, puras, perfectamente proporcionadas, coherentes y no requería esfuerzo para utilizarlo. Había una conexión honesta entre sus superficies libres de imperfecciones y los materiales con los que estaban hechas. Claramente estaba hecho con los mejores materiales, no los más baratos. Ninguna parte parecía estar oculta, todos sus detalles eran apropiadon y encajaban con las características del producto. De un vistazo, sabía exactamente qué era y exactamente cómo usarlo. Era lo apropiado para hace un zumo: un objeto estático que describía perfectamente el proceso mediante el cual funcionaba. Si bien mis recuerdos están, por supuesto, en tiempo pasado, el producto sigue siendo todas estas cosas. Ahora soy consciente como este objeto me influenció tan profundamente en mí que casi cuarenta años después recuerdo mi percepción de él con asombrosa claridad.»
Jonathan Ive, Diseñador del iPhone.
«Estaba claro que estaba hecho con los mejores materiales, no los más baratos. Con una sola mirada, sabías exactamente qué era y cómo había que usarlo. Era la esencia de exprimir convertida en material: un objeto estático cuya forma describía a la perfección el proceso mediante el cual funcionaba. Se sentía completo y se sentía bien.»
Alice Rawsthorn, Crítica de diseño y autora de «Design as an attitude».
Un legado hipervitaminado
El exprimidor Braun Citromatic MPZ-2 es un testimonio de la genialidad de dos de los mejores diseñadores industriales de la historia y un recordatorio tangible de cómo el buen diseño de producto puede ser eterno. Así que si alguna vez has tenido una citromatic, bébete un buen vaso de zumo en su honor… pero por favor, hazlo rápido, antes de que se vayan las vitaminas.