Actualmente la población mundial se sitúa cerca de los 8000 millones de personas.
De ellos, aproximadamente 5000 millones son usuarios de diferentes redes sociales, la mayoría distribuidos en torno a una docena de redes consolidadas como Facebook, Instagram, Tik Tok, WEchat, Line, Twitter, Pinterest, Discord, etc. Sin embargo, existen más de 4000 redes sociales activas, algunas muy orientadas a nichos específicos, y otras aún son redes no consolidadas que se encuentran en lo que podríamos denominar fase de growth, es decir, intentando aumentar su base de usuarios para llegado el momento poder alcanzar la sostenibilidad.
El 99% de ellas fracasarán. El 1% restante sobrevivirá únicamente si son capaces de dar respuesta a las demandas de su público objetivo y de ofrecer una funcionalidad que cumpla con lo esperado.
La caída en desgracia de Twitter abrió una ventana de oportunidad para que otras plataformas captasen el interés de millones de usuarios insatisfechos con la deriva de la plataforma. Mastodon, alternativa pionera a Twitter, fue una de las primeras grandes beneficiadas de esta migración. Meta, experta en introducir funcionalidades de la competencia en tiempo record para monopolizar -aún más- el mercado, también desarrolló su propia red de microblogging, Threads, aunque de momento está quedándose muy por debajo de las expectativas generadas.
¿Qué es Bluesky?
Bluesky (o su pintoresca abreviatura BSKY), es una red de microblogging descentralizada desarrollada por la empresa Bluesky Social PBC. Actualmente se posiciona como una alternativa al Twitter / X de Elon Musk que pretende recuperar aquel concepto original de «plaza pública» del Twitter primigenio. Su apuesta por distanciarse del actual modelo algorítmico de Instagram, Twitter o Tik Tok y sus potentes herramientas de privacidad y personalización, han permitido que Bluesky crezca de forma humilde pero sostenible desde el lanzamiento de su primera beta cerrada a principios de 2023.
Propósito de Bluesky y figuras destacadas dentro del proyecto.
El nacimiento de Bluesky fue impulsado entre otros por Jack Dorsey, cofundador y ex-CEO de Twitter… de hecho en 2019 Bluesky nació como proyecto interno de la propia Twitter, aunque en 2021 tomó forma como una empresa completamente independiente. Inicialmente Dorsey tuvo un papel evangelizador, pero rápidamente se distanció del proyecto, dejando la junta directiva y eliminando su cuenta en 2023.
A menudo se habla de la figura de Dorsey como fundador, pero más allá de su influencia mediática y capacidad para atraer las miradas al proyecto, nunca fue una figura destacada dentro del proyecto. Parag Agrawal fue uno de los grandes responsables iniciales del desarrollo de Bluesky, pero pronto fue relevado por Jay Graber, que ocupa la posición de CEO desde agosto de 2021.
Jay Graber es una joven desarrolladora experta en criptografía y descentralización. Su objetivo hasta este momento ha sido de dirigir y conciliar la evolución técnica y ética de la plataforma. Bajo su liderazgo, su visión de Bluesky se ha consolidado en torno a la construcción de un protocolo descentralizado, (AT Protocol), que -teóricamente- permite a los usuarios gestionar sus datos de manera más autónoma.
Como en la mayoría de startups, la viabilidad del proyecto depende del capital que consigan reunir para ir escalando la empresa. En ese sentido, han conseguido atraer la atención de grandes figuras del mundo tecnológico, como Ali Partovi (Code.org), Suzanne Xie (ex-Twitter) y obtenido el apoyo financiero de un gigante como Auttomatic (propietaria de WordPress.com). Recientemente también han cerrado una ronda de inversión clase A de 15 millones de dólares donde el fondo Blockchain Capital tiene una posición privilegiada al colocar a una de sus representantes, Kinjal Shah, en la junta de accionistas de Bluesky, si bien Graber insiste en que esto no afectará a la independencia de la empresa.
Seamos conscientes de que a pesar de su tecnología descentralizada y de código abierto, Bluesky se declara como Public Benefit LLC, lo que quiere decir que trata de impactar de forma positiva en la sociedad, pero con ánimo de lucro.
El potencial de Bluesky
Desde su lanzamiento oficial, Bluesky ha experimentado un crecimiento notable, alcanzando más de 16 millones de usuarios registrados en noviembre de 2024. La cifra de usuarios activos (DAU, Daily Active Users) la desconocemos, pero es de esperar que sea consideramente menor. Estas cifras son modestas si las comparamos con los 1500 millones de usuarios diarios de Instagram, pero muy llamativa si tenemos en cuenta el contexto del mercado y situación competitiva de 2024: un oligopolio dominado con mano de hierro por Google, Meta, Tik Tok y Twitter / X (esta última en caída libre).
Consciente de esto, Graber y su equipo visualizan Bluesky Social como un proyecto con ambiciones de largo plazo, que no compite directamente sino que busca consolidarse como una alternativa sostenible y con una filosofía diferente al del resto de players. Las migraciones de usuarios recurrentes desde Twitter / X hacia Bluesky han demostrado que el concepto es atractivo para ese nicho de usuarios que añoran la experiencia original de microblogging.
Este crecimiento avanza parejo al roadmap del que Bluesky informa regularmente a través de su blog oficial. En sus última actualizaciones, ya han incorporado la muy reclamada función de subir videos y lanzado nuevas herramientas de moderación (dentro de su protocolo Trust and Safety) para asegurar una experiencia segura a todos los usuarios.
Todas estas acciones tienen un objetivo evidente: seguir pescando a usuarios descontentos. De hecho si comparamos el crecimiento orgánico de Bluesky con el de Twitter en sus primeros años de vida, parece que mal no les va.
La fuerza de BSKY: la comunidad.
Aunque Bluesky parte de una sólida propuesta técnica que pretende superar las limitaciones del viejo Twitter, su éxito está cimentado en un concepto mucho más mundano: la ruptura.
Algo llevaba demasiado tiempo roto en la comunidad de Twitter / X cuando miles de usuarios han decidido migrar a otras plataformas, haciendo borrón y cuenta nueva, en algunos casos después de quince años tuiteando casi a diario. Como en toda ruptura, existe un trauma y el discurso aún está intoxicado por comportamientos, formas de hacer y rencillas heredadas de la experiencia anterior. Sin embargo también se aprecia un ánimo constructivo, donde el usuario promedio no quiere repetir los errores del pasado y está dispuesto a cultivar una forma de interacción más respetuosa, empática, y por encima de todo: reticente a dar coba a elementos tóxicos.
No soy un ingenuo: en Bluesky, como en la vida, a menudo se discute por tonterías, se cometen errores evitables, hay narcisismo y egos frágiles por doquier, y demasiados usuarios llegan aplicando lógicas individualistas fundamentadas en el uso de las personas para aumentar su prestigio y capital social. Las miserias de la naturaleza humana son las que son y poco se puede hacer ahí.
La principal diferencia es que Bluesky no usa retorcidas técnicas de manipulación para sacar lo peor de nosotros mismos. En ese sentido, a muchos usuarios les recuerda al Twitter de principios de la década pasada: un lugar relativamente tranquilo donde se habla de todo y se discute bastante, normalmente con mucho, muchísimo humor.
Twitter X, de red de microblogging a plataforma de agitadores.
¿Y qué pasa con Twitter? Pues que ya no es Twitter. De hecho ni siquiera se llama así.
Elon Musk decidió renombrarla «X» en el que quizás sea el ejercicio de rebranding más aberrante de la historia del diseño. ¿La razón? Como la mayor parte de sus decisiones, arbitraria y egoísta: Musk tenía la propiedad del dominio «x.com» desde hacía 15 años y quería darle uso.
Ese cambio de nombre fue un momento simbólico y una certificación para millones de usuarios. Ahora sí, no había marcha atrás.
Sin embargo, lejos de un mero cambio estético, la transformación en X estuvo acompañada de despidos masivos, caídas en el servicio, funcionalidades de pago que rompían el algoritmo, enormes riesgos de seguridad… Una gestión pésima de la transición que algunos defensores de Musk denominaron «un ejemplo de metodología agile y kaizen» en un ejercicio de cinismo que no ha envejecido demasiado bien.
Dos años después de la compra de Twitter, todos estos problemas técnicos y de gestión podríamos decir que son peccata minuta. El gran objetivo de Musk siempre fue siempre convertir Twitter en una plataforma que sirviese a sus intereses personales, y ahora estos intereses pasan por el enaltecimiento de los discursos de extrema derecha al servicio del gobierno de Donald Trump.
¿Exagero? Hagamos una prueba. Sólo tienes que crearte una nueva cuenta (a ser posible desde una IP distinta si tienes otra cuenta de Twitter) y analizar el tipo de perfiles que te recomiendan seguir: medios y usuarios con cuentas de pago que basan sus modelos de negocio en la distribución de discursos polarizadores y reaccionarios. Estos medios actúan como una red coordinada y llevan años marcando los tiempos a nivel de discurso dentro de la plataforma. Y ahora, gracias a las herramientas que Musk les ha proporcionado, están desatados.
Menos privacidad, más acoso.
A todo esto hay que añadir la total destrucción de la función block. Una «modificación de las políticas de bloqueo» que se carga la funcionalidad que protegía la privacidad de los usuarios.
Actualmente, bloquear a un usuario en Twitter / X sólo impide la interacciones, pero es posible ver todos los contenidos y actualizaciones del usuario. Toda esa información susceptible de ser utilizada en tu contra, ahora está a dos clics de cualquiera de las cuentas que tenías bloqueadas.
Esto deja a millones de personas expuestas. Y con pocas opciones más allá de activar la función de candado, que limita enormemente el alcance.
¿Renunciar a la «batalla cultural»?
En el momento de escribir esto, en Twitter / X cualquier usuario es libre de lanzar discursos reaccionarios, violentos y proclamas fascistas. Envalentonados por el apoyo explícito de Elon Musk, la complicidad del algoritmo y sus cuentas de pago, estos usuarios postean recurrentemente contenidos que provocan una reacción inmediata en el espectro político contrario. Esta reacción es -y siempre ha sido-, el motor que alimenta la mayor parte de las redes sociales y genera el grueso de los ingresos publicitarios (luego os explicaré este mecanismo con más detalle).
La situación ha llegado hasta tal punto que millones de usuarios, hartos de sentirse manipulados en un juego en el cual tienen todas las de perder, han abandonado Twitter / X en favor de otras plataformas. Otros, en cambio, consideran este movimiento una suerte de rendición frente al enemigo.
Ese es el caso de activista de izquierdas y usuario de Twitter/ X y Bluesky, Jónatham F. Moriche, quien definía una eventual migración a Bluesky como un «error táctico», señalando que no se trata solo de los «latifundistas digitales y sus algoritmos», sino de nuestra incapacidad para enfrentar la «guerra cultural moderna».
Desde su perspectiva, retirarse de Twitter / X implica abandonar el campo de batalla donde se está librando La Gran Confrontación Ideológica de Nuestra Era. Aunque puedo empatizar con su lógica, Jonatham planteó los términos del debate siguiendo punto por punto las formas de Twitter / X.
- Lanzar un maximalismo sin matices, a ser posible en un espacio que no comparte esa visión.
- Recoger lo sembrado por las reacciones de los usuarios.
- Ignorar el hecho de que miles de personas leyeron su boutade y decidieron no responder.
- Omitir las respuestas de aquellos que plantearon un debate desde el respeto y auto-otorgarse la razón señalando los sesgos y las contradicciones de aquellos que le contestaron de malas formas.
Desde mi perspectiva, el primer campo de batalla que hay que ganar está uno mismo. Si la retórica y el estilo del enemigo te han parasitado, no importa lo que hagas: ya has perdido.
Un modelo de negocio basado en la retención
El enfoque de Elon Musk al comprar Twitter fue adquirir una enorme base de usuarios, volar toda la infraestructura de la plataforma por los aires y de las cenizas construir un producto digital completamente nuevo. Musk se justificaba argumentando que el objetivo final era la «rentabilidad» de la plataforma.
Hay que reconocer que en eso no mentía.
Las llamamos redes sociales por tradición, pero hace tiempo que Facebook, Instagram o Twitter dejaron de funcionar como tales. Actualmente son algo así como complejos sistemas de entretenimiento, optimizados para maximizar la retención (métrica que determina el tiempo que estás dentro de una plataforma).
Antiguamente la tasa de interacción de la mayoría de usuarios de Facebook o Twitter estaba compuesta en mayoritariamente por comentarios, respuestas, retuits y favoritos de la gente de su red de contactos. A esto se le llama engagement orgánico y sin duda es el mejor tipo de engagement…
…salvo por un problemilla: al parecer este modelo no es lo suficientemente rentable.
La solución a esto pasó por implementar el scroll infinito e impactar al usuario con otro tipo de contenido que aumentase la retención del usuario dentro de la plataforma (a mayor tiempo de uso, más impactos publicitarios y más ingresos). Esto es, en su mayoría, contenidos sensacionalistas que fomentan la polarización y el odio.
En este contexto el usuario promedio se encuentra sin apenas control sobre el tipo de contenido que consume, ya que es la plataforma, a través de sus algoritmos, la que decide qué contenido mostrar y qué contenido ocultar.
¿Qué criterio sigue el algoritmo? No lo sabemos, cada plataforma tiene sus propios modelos y son cero transparentes a la hora de explicarlos. Pero todos tienen en común un objetivo principal: aumentar la retención a cualquier precio.
Recuperando el control.
En los últimos años, cada post escrito en Twitter / X se sentía como echar una moneda en una tragaperras del horror: lo más probable es que no pasase nada, pero de vez en cuanto te tocaba un insulto, una cita malintencionada, un señalamiento de una cuenta grande o un post viral.
En las redes sociales consolidadas, una alta retención de usuarios está ligada a una sensación de frustración de bajo grado que les mantiene enganchados a ese loop. Hay algo adictivo en no saber que esperar y nunca tener exactamente lo que quieres. Pero también es difícil encontrar el equilibro y no quemarles tanto como para que no quieran volver en una temporada. Vamos a llamar esto la «métrica de la frustración».
- Frustración por falta de control = – Recurrencia + Retención.
La propuesta de valor de Bluesky por su parte es clara: volver al pasado devolver el control al usuario para vuelva a sentir satisfacción con sus interacciones. Pero esta vez ofreciendo un conjunto de herramientas que permita afinar aún más el resultado. Una recuperado el control, el establecimiento de nuevos lazos sociales orgánicos provocarán un aumento en la recurrencia.
- Satisfacción social = + recurrencia – retención.
¿Podrá Bluesky mantenerse fiel a esta visión? No sería la primera startup que sacrifica su propósito inicial para satisfacer esa necesidad de «crecimiento a toda costa». Ese es el reto al que se enfrenta Jay Graber, que como CEO en los próximos años tendrá que conciliar su ambicioso roadmap, con fuertes presiones financieras.
Las críticas a Bluesky
Mastodon, por lo que sea, suele ser el origen de muchas de las críticas hacia Bluesky. La mayoría de ellas están relacionadas con el hecho de que , y son aquellas que retratan a Bluesky como un Caballo de Troya que tarde o temprano seguirá el mismo camino que Twitter / X. Algunas voces señalan que Bluesky ya está en manos de fondos de inversión que presionan para acelerar su rentabilidad. Eso explicaría que Bluesky tenga en su roadmap la implementación de un plan de pago y publicidad.
También ha habido polémica en torno a las «listas de moderación», listados de usuarios que bloqueados automáticamente por todo aquel que se suscriba. El problema es que las listas son creadas por los propios usuarios, lo cual otorga de facto a un tercero la decisión de ocultar la visibilidad de grandes listas de usuarios. Si se normaliza el uso generalizado de listas de moderación, se concede un poder extraordinario a aquellas cuentas grandes que promueven sus propias listas y usan su influencia para decidir quien debe y quien no debe estar. Algo que, en mi opinión, va en contra de la filosofía de «recuperar el control» que promueve Bluesky.
Otra cosa muy distinta es que usuarios con relevancia mediática que sufren de acoso sistemático en todos sus canales puedan hacer uso de estas listas, aún a costa de saber que no tienen control sobre ellas.
Críticas a Bluesky
En un artículo reciente del Financial Times, se plantea que Bluesky, al igual que otras redes emergentes, carece del alcance necesario para desafiar a las plataformas establecidas, centrando su argumento en la capacidad de estas últimas para retener usuarios gracias a la polarización.
https://www.lavanguardia.com/andro4all/redes-sociales/tras-la-debacle-de-x-bluesky-parecia-su-sucesora-pero-ahora-quieren-establecer-un-plan-de-pago
Lo que el Financial Times omite es que las redes sociales hegemónicas, y Twitter en particular, buscan ser cámaras de eco no por principios ideológicos, sino por razones puramente económicas. Amplificar el contenido polarizador genera más interacción, y por tanto, más ingresos publicitarios. Es una retorcida lógica financiera que distorsiona la conversación.
Bluesky, al no depender de estos incentivos, puede evitar estas trampas y proporcionar un entorno más sano para el diálogo. No se trata solo de escalar, sino de crear un espacio donde la calidad de la conversación prime sobre la cantidad de usuarios.
Empezando en Bluesky
Si has llegado hasta aquí, quizás te apetezca crearte una cuenta en Bluesky. Venga, te explico como crearla paso a paso.
Registro y acceso
- Ve a bsky.app desde tu navegador o descarga la aplicación desde la App Store o Google Play.
- Haz clic en «Crear un cuenta» e introduce tu dirección de correo electrónico, una contraseña segura y un nombre de usuario (handle).
- Recibirás un correo para verificar tu dirección. Confirma el registro y ya estarás dentro.
- Personaliza tu foto, biografía y privacidad.
- Empieza a crear tu red de contactos. Puedes ayudarte de un Starter Pack como el mío.
Funciones básicas
Muy similares a las de Twitter / X, pero con algunos matices.
- Like: En Bluesky, el “like” recupera su valor original. Aquí, el «me gusta» significa «me gusta», aunque sí puede influir en algunos feeds personalizados como «Discover».
- Repost: Similar al «retweet», pero con el mismo principio. Una simple forma de compartir lo que te parece relevante con toda la gente que te sigue.
- Timeline principal: El timeline de Bluesky es 100% cronológico y muestra sin interrupciones únicamente los posts de las cuentas a las que sigues.
- Personalización: Handle Puedes construirte el timeline que quieras gracias a los feeds. Aunque el feed principal nunca desaparecerá. También puedes usar un nombre de usuario personalizado con un dominio propio (más adelante te explico cómo puedes activar esto).
- Privacidad: Desde un principio Bluesky ha tenido como objetivo en las herramientas de privacidad que ofrece. Desde la actualización de Trust & Safety Bluesky es una . Por la naturaleza descentralizada de la plataforma, los bloqueos son públicos.
Starters Pack, Feeds y Listas
Un buen punto de partida en Bluesky es un starter pack de cuentas recomendadas. Al igual que en otras plataformas, puedes seguir usuarios, pero aquí también tienes los feeds, que son como listas de Twitter, pero mucho más flexibles. Los feeds te permiten organizar y personalizar tu contenido en base a temáticas o intereses, creando una experiencia que realmente responde a lo que te importa. Por ejemplo, puedes seguir mi propio starter pack de 70 usuarios y feeds recomendados.
Las listas de bloqueo de Bluesky son similares a los feeds: son creados por los propios usuarios y se modifican en tiempo real a medida que su creador hace actualizaciones. La diferencia es que permiten bloquear automáticamente a todas las personas que están incluidas en las listas.
Una oportunidad de crecimiento orgánico
Bluesky es una red en plena fase de crecimiento, lo que ofrece una oportunidad única para quienes deseen consolidar su presencia desde temprano. A medida que las empresas exploran esta plataforma, están asumiendo un cierto riesgo al invertir en un ecosistema aún en desarrollo. Sin embargo, los que logren posicionarse estratégicamente desde el inicio tendrán una ventaja significativa si la red se consolida. Bluesky es ahora mismo un terreno fértil para el growth orgánico, en contraposición a las plataformas más establecidas que dependen en gran medida de los Social Ads.
En última instancia, Bluesky representa algo más que una simple red social. Es un espacio que, al menos por ahora, apuesta por la humanidad, el control del usuario y una interacción más honesta y saludable. Sin embargo, nunca debemos perder de vista el hecho de que las redes sociales son, en gran parte, extensiones de intereses comerciales. Cualquier día, Bluesky podría verse presionado a seguir el camino de sus predecesores si sus accionistas lo consideran necesario.
Tutorial de regalo. Personaliza tu handle de Bluesky con tu dominio propio.
En Bluesky no existe el «verificado», sino algo mejor: la posibilidad de usar tu propio dominio para personalizar tu nombre de usuario (o handle, con se le denomina en la plataforma).
Para entendernos, el handle estandar es básicamente un subdominio de bsky.social (@nachomg.bsky.social en mi caso). Pero si tienes un dominio en tu propiedad, puedes usarlo como handle. Esto es especialmente útil para empresas y grandes medios, al poder lucir con autoridad sus propios nombres de dominio. El procedimiento es muy sencillo:
- Compra un dominio: Si aún no tienes uno, contrata tu dominio en cualquier plataforma de registro de dominios. Te vale cualquiera.
- Accede a los ajustes de Bluesky: Ve a Settings > Change Handle > I have my own domain.
- Copia los datos DNS: Bluesky te proporcionará la información necesaria para las zonas DNS.
- Configura tu hosting: En el panel de tu hosting, añade los datos DNS.
- Verifica el DNS: En Bluesky, selecciona Verify DNS Record y espera la confirmación.