Dolor y Gloria La Soledad del Artista

Unos apuntes sobre la última obra maestra de Pedro Almodovar... una reflexión que entre otras cosas explora el delicado equilibrio entre la inspiración y la depresión.

Una pequeña crítica de Dolor y Gloria

Después de su éxito en la ceremonia de los Goya de ayer, Dolor y Gloria va camino de convertirse en una de las películas más premiadas en la carrera de Pedro Almodovar y no es para menos. Al reconocible estilo autoral de brillante escritura y hermosa factura habituales del director manchego, esta vez hay que añadir las entrañas del propio autor, mostradas sin tapujos en esta obra tan abiertamente autobiográfica, como transparente es su disfraz de ficción. Una obra maestra de nuestro cine que entre otras muchas ideas reflexiona sobre la soledad del artista y el delicado equilibrio entre la inspiración y la depresión.

dolor y gloria la soledad del artista

No me es­con­do. No me tiem­bla un ápice el pul­so al es­cri­bir que Pedro Almodóvar me pa­re­ce el me­jor ci­neas­ta es­pa­ñol de to­dos los tiem­pos. Pero siem­pre me ha in­tere­sa­do más su eta­pa mo­der­na. Hasta fi­na­les del si­glo pa­sa­do, sus guio­nes pa­re­cían de­pen­der de cier­tos ar­que­ti­pos, bien ins­pi­ra­dos en aque­llas obras que mar­ca­ron su ca­rre­ra co­mo ci­neas­ta o en aque­llos ya ge­nui­na­men­te al­mo­do­va­ria­nos que sur­gie­ron cuan­do el au­tor ya ha­bía de­fi­ni­do una gra­má­ti­ca pro­pia (bien tem­prano).

Pero tras el es­treno de la ma­gis­tral Hable con Ella, lo al­mo­do­va­riano al­can­zó una nue­va di­men­sión, mu­cho me­nos cons­tre­ñi­da, pe­ro igual­men­te re­co­no­ci­ble. Es la eta­pa de con­so­li­da­ción de un Almodóvar ya li­be­ra­do de sus pro­pias ca­de­nas, que es ca­paz de pa­sar con to­tal na­tu­ra­li­dad del ho­me­na­je sin ta­pu­jos a Georges Franju (La Piel que Habito), a pa­ro­diar la idea que el pú­bli­co te­nía de su ci­ne (Los Amantes Pasajeros) pa­ra po­co tiem­po des­pués ha­cer un du­rí­si­mo y des­co­ra­zo­na­dor aná­li­sis sobre lo que supone ser madre (Julieta). En to­das ellas las ex­pe­rien­cias vi­ta­les del di­rec­tor se fun­den con sus guio­nes, desa­rro­llan­do te­mas re­cu­rren­tes que nos per­mi­ten co­nec­tar me­jor con lo que nos pre­ten­de co­mu­ni­car.

Dolor y Gloria marca el inicio de una nueva etapa.

Como ocu­rre con aque­llos crea­do­res con una voz au­to­ral tan genuina, prác­ti­ca­men­te la to­ta­li­dad de la ca­rre­ra de Almodóvar es­tá re­ple­ta ele­men­tos au­to­bio­grá­fi­cos, pe­ro en Dolor y Gloria es la pri­me­ra vez en que sus ex­pe­rien­cias vi­ta­les sir­ven de hi­lo con­duc­tor y cons­ti­tu­yen el grue­so de la his­to­ria que quie­re con­tar. Sí, hay nom­bres al­te­ra­dos y no sa­be­mos el por­cen­ta­je exac­to de fic­ción y reali­dad, pe­ro es fá­cil per­ci­bir la au­ten­ti­ci­dad de­trás de ca­da es­ce­na por­que to­das y ca­da una de ellas tra­ba­jan con un ob­je­ti­vo: mos­trar de for­ma ex­plí­ci­ta la so­le­dad del ar­tis­ta.

De al­gu­na ma­ne­ra pa­re­ce que Dolor y Gloria ha sido un pun­to y a par­te, su Caminante so­bre un Mar de Nubes par­ti­cu­lar. Una obra cla­ve que da un nue­vo con­tex­to a to­da su fil­mo­gra­fía, an­te­rior… ¡y pos­te­rior! por­que aun­que me re­sul­ta im­po­si­ble ima­gi­nar­me como será esa nueva etapa hacia la que con total seguridad se di­ri­ge la ca­rre­ra de Almodóvar, es­toy desean­do com­pro­bar­lo.

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